Horizontes educativos / ¿Por qué es tan difícil leer y escribir en la universidad? Un vistazo a los retos de los futuros docentes en México
Por Mirián Adriana Noriega Jacob*
¿Se ha preguntado alguna vez por qué a muchos estudiantes les cuesta leer y escribir en un nivel universitario? Aunque la lectura y la escritura parecen habilidades básicas, en el ámbito académico se convierten en un desafío monumental para quienes inician su formación profesional. En las Escuelas Normales del noroeste de México, donde se preparan nuestros futuros docentes, estos retos se hacen aún más evidentes. A través de un estudio reciente realizado en Escuelas Normales de Sonora con estudiantes de licenciatura en español, matemáticas e inglés se encontraron barreras y oportunidades que merecen atención para mejorar la educación de quienes, en unos años, formarán a los jóvenes del país.
Para muchos estudiantes normalistas, enfrentarse a un texto académico significa lidiar con páginas llenas de conceptos especializados, vocabulario poco familiar y una extensión que parece no acabar. Aunque la lectura es parte de su rutina, cuando se trata de literatura académica las cosas cambian: los estudiantes se topan con textos de más de diez páginas que requieren tiempo y concentración, algo que no siempre pueden dedicar en medio de sus múltiples asignaturas. A esto se suma otro factor curioso: aunque son una generación acostumbrada a lo digital, leer en pantalla textos extensos resulta agotador, dificultando aún más el proceso.
Este contexto refleja una cuestión mayor: leer en la universidad va más allá de “pasar los ojos” por el texto. Implica analizar, relacionar ideas y entender cómo aplicarlas. Sin embargo, nuestros futuros docentes reportan dificultades para comprender el significado profundo de los textos, lo cual afecta su capacidad de interpretar la información y transferirla a contextos prácticos. Esto sugiere que el acompañamiento docente y las estrategias de lectura enfocadas en estos estudiantes son áreas clave para mejorar la experiencia de aprendizaje.
Si leer representa un reto, escribir se convierte en una verdadera prueba de fuego. Los normalistas son, por excelencia, quienes un día serán los guías en las aulas, y su capacidad de expresarse por escrito es fundamental. Sin embargo, ¿qué sucede cuando los estudiantes no tienen claro cómo estructurar sus ideas o cuando los textos que producen carecen de un propósito claro? Esto no solo afecta su rendimiento en la universidad, sino que limita su desarrollo como futuros docentes que enseñarán a otros a leer y escribir.
Durante la investigación, los estudiantes comentaron que escribir un ensayo o un informe puede ser un proceso confuso. A menudo, los profesores les solicitan trabajos sin darles una guía específica sobre la función o las características de estos textos. Así, los estudiantes terminan enfocándose en cumplir con los apartados sin comprender el propósito académico o el impacto que un buen texto puede tener en sus habilidades de comunicación. La falta de claridad en las expectativas y en el uso del lenguaje académico se traduce en frustración, y en algunos casos, en un trabajo que podría beneficiarse de mayor rigor y sentido.
La alfabetización académica es mucho más que saber leer y escribir. Para los estudiantes universitarios, representa la entrada a una comunidad de profesionales y expertos, con sus propias reglas y formas de comunicarse. Sin embargo, pocos estudiantes reciben un apoyo concreto en este proceso. En este sentido, la investigación sugiere que las Escuelas Normales y otras instituciones de educación superior pueden jugar un rol fundamental al implementar programas de apoyo en lectura y escritura académica.
Imaginemos talleres prácticos, donde los estudiantes no solo aprendan a organizar sus ideas, sino también a identificar el propósito de sus textos y a emplear estrategias para leer de forma más eficaz. A través de estos espacios, los estudiantes no solo desarrollarían habilidades valiosas para sus estudios, sino que también se sentirían más seguros al expresarse, tanto dentro como fuera del ámbito académico. Este tipo de programas sería un gran paso hacia la construcción de docentes más preparados, reflexivos y confiados en su papel como educadores.
La formación de nuestros futuros profesores debe incluir habilidades de lectura y escritura sólidas, no solo porque son herramientas básicas, sino porque son el medio para aprender, enseñar y conectarse con el mundo. Mejorar la alfabetización académica de los estudiantes de las Escuelas Normales no es una meta imposible: requiere compromiso, recursos y estrategias claras. Cuando entendemos el desafío que representa leer y escribir en el contexto universitario, estamos un paso más cerca de apoyar a quienes formarán a las próximas generaciones. Así, contribuir a que nuestros docentes tengan las herramientas necesarias para triunfar en su formación es un objetivo que beneficia a toda la sociedad.
*Doctora en Humanidades por la Universidad de Sonora, docente de la Escuela Normal Superior, plantel Hermosillo, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras (SNII) nivel 1. Correo: m.noriega@creson.edu.mx