Paréntesis | ¿De dónde viene y a dónde va la canción independiente en Hermosillo?
El cantautor Gerardo Peña ofrece una valiosa perspectiva sobre la historia y el presente de la música independiente en Hermosillo, y plantea interesantes preguntas sobre su futuro

Redacción / El Sol De Hermosillo
Gerardo Peña / Colaborador
En tiempos recientes, 2024 ha sido quizás el año de mayor éxito nacional e internacional para algunos representantes del talento musical sonorense, por lo menos en cuanto a ventas y posicionamiento público se refiere. El lado más visible ha sido encabezado por intérpretes de corte regional como Carín León, Yuridia y Cristian Nodal, por mencionar tres ejemplos, junto a sus parientes cercanos, los corridos tumbados de Natanael Cano, entre otros. Al mismo tiempo, han estado presentes en festivales del país sonorenses como Caloncho, Nunca Jamás, Simpson Ahuevo y Hamac Caziim, por mencionar otros nombres. Igualmente, el canto operístico de intérpretes de Sonora ha pisado exitosamente tierras lejanas nacionales y europeas, como son los casos de Arturo Chacón, Jesús León, Elena Rivera, Rosa Dávila y María Li, entre otras voces importantes. Además, no puede ignorarse el paso del compositor Arturo Márquez por los escenarios mundiales y la creciente internacionalización de la carrera como compositora de música para orquesta de la chelista Nubia Jaime. Aunque hablando de números, lo regional y los corridos son la moda.
Pero en esta ocasión, quiero enfocarme aquí en una esfera de la música sonorense que tradicionalmente ha convocado, sin querer, menor cantidad de público ‒con altibajos, según la época‒ y se ha desarrollado con menos visibilidad. Es un tipo de canciones y de practicantes cuyo radio de acción se ha acotado muchas veces a foros pequeños catalogados como “culturales”, a difusión en medios mayoritariamente gubernamentales o independientes, a producciones discográficas de bajo costo y poca distribución, así como a cierta sobriedad escénica en sus presentaciones en vivo. Estos rasgos son independientes de su calidad artística. Aunque en épocas anteriores ha recibido otros nombres, actualmente se le suele llamar trova como un nombre genérico que intenta abarcar estilos musicales híbridos que se practican de forma independiente, sin el cobijo de compañías discográficas o medios de comunicación comerciales. Asimismo, sus letras con el tiempo han ido del discurso político explícito a la canción de amor con intenciones poéticas, marcando algunas diferencias con la típica canción de entretenimiento.
Mi objetivo aquí no es debatir sobre la trova y sus características ‒el debate sobre este concepto es ya de por sí una de sus características‒, sino esbozar un panorama muy general y ligero de la trova sonorense ‒o canción independiente‒ y sus practicantes. Aunque más bien será de Hermosillo, por la brevedad del espacio dispuesto. Así que, ante mi segura comisión de omisiones sin dolo y olvidos inevitables, ante lo cual me disculpo antes de espinarme, paso al meollo del asunto.


Paréntesis | En defensa del buen cover
En su misión de recrear con gracia el legado del rock universal, Wichy García Fuentes escribe sobre el grupo de rock Retro y sale en defensa del buen cover con músicos de probada calidadResumiendo al máximo, daremos por sentado aquí que la trova mexicana urbana contemporánea proviene de la canción de protesta, la cual fue transformándose y recibiendo diferentes nombres como canto nuevo y nueva canción, entre otros, hasta llegar al de trova. Si bien a finales de los 60 ya aparecía en los mítines y encuentros políticos del centro del país el cantautor hermosillense José de Molina (1938-1998), su trayectoria musical pública no inició ni se desarrolló en Sonora, teniendo pocas apariciones en este estado y con escasas conexiones con la canción que se desarrollaba aquí. En Hermosillo, a inicios de los 70 se dio a conocer el grupo de música latinoamericana Cuca Paah, del cual emanó la figura solista del cantante Luis Rey Moreno (1953-2024), protagonizando musicalmente, en los siguientes años, encuentros artísticos y mítines de izquierda con una singular voz y fuerza escénica al interpretar las canciones latinoamericanas más emblemáticas. Asimismo, Luis Rey desarrolló una trayectoria importante como activista político cultural, poeta y dibujante, además de conformar grupos y espectáculos escénicos.
A mediados de los 70, en escenarios universitarios y políticos de Hermosillo aparecieron grupos de música latinoamericana como Juan Salvador Gaviota (COBACH), Manco Capac (Cerro de la Campana) e Inti Pampa (Cerro de la Campana), con notables influencias de grupos chilenos como Inti Illimani y Quilapayún. También, el grupo de rock Raíces de Sangre, con influencia del folk estadounidense y alguna canción de su autoría, se presentó en foros y recintos estudiantiles. Poco después, en el bar La Mancha de esta ciudad, se podían escuchar intérpretes locales que entre su repertorio bohemio incluían la obra de Joan Manuel Serrat, Alberto Cortez, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Atahualpa Yupanqui, Roberto Darvin y Roy Brown, entre otros cantautores. Del elenco de La Mancha surgió el cantante Armando Vidal, quien actualmente cuenta con una larga trayectoria tanto en Sonora como en Tijuana, donde radica desde hace varios años.
En 1978 se formó en Hermosillo el grupo Malasangre con jóvenes de entre 15 y 21 años de edad, quizá el primero en conformar su repertorio exclusivamente con canciones de su autoría. Con influencias notorias del folk, Serrat y la Nueva Trova Cubana, así como con letras de temáticas sociales menos directas que la canción de protesta, en sus seis años de duración grabó dos discos L.P., obtuvo premios locales y nacionales, se presentó al lado de Pablo Milanés y Óscar Chávez, y cantó en Ciudad de México, Arizona y Sonora. En 1984, a partir de su separación, algunos integrantes de este grupo ‒Isaac Peña, Ricardo León y quien esto escribe, Gerardo Peña‒ conformaron el grupo Tránsito, el cual se mudó a la Ciudad de México en 1987 y formó parte activa del Comité Mexicano de la Nueva Canción. Tránsito se presentó en varias ciudades del país, así como en Guatemala, Honduras y Nicaragua; grabó dos discos L.P. y acompañó a cantantes como Carlos Díaz “Caíto”, Daniel Tuchmann, Óscar Chávez, Jaime López, Guillermo Briseño y Mexicanto, entre muchos otros. Después de la separación de Tránsito en 1990, un servidor continuó carrera como cantautor solista hasta el día de hoy, con 8 discos publicados en México y uno en España, así como conciertos en varios países además de en gran parte del territorio mexicano.

A principios de los 80 se conformaron otros grupos con composiciones propias, como Trigales, de duración efímera y con sonoridades familiares a las de Malasangre, aunque con temáticas más íntimas. En esta década surgieron además agrupaciones como Machaca Ensamble, con canciones de autor con aires caribeños y salsa; así como Opat Kapjlin, con música regional sonorense, de la cual surgió como solista el trovador Pancho Jaime. Además, el cantautor nogalense Tomás Guzmán se dio a conocer en Hermosillo con su canción de autor urbana y fronteriza. De igual forma, los cantantes Diana Mendoza, José Luis Ojeda, Mario Enríquez Licón y Jorge Martín Aguilar, entre otros, incluyeron en su repertorio obras de trovadores latinoamericanos.
En la década de los 90 se consolidó la trayectoria de algunos de los exponentes mencionados y la escena hermosillense se pobló mayoritariamente de grupos de rock con obra propia. La trova se escuchaba principalmente, ya a finales de esta década, en bares o centros nocturnos como Luna Dance y tiempo después en Está Cabral. Fue alrededor de 2004, cuando se consolidó el colectivo Nortrova, que la canción independiente local con composiciones propias recuperó fuerzas. Trovadores como David Vizcaíno, Mario Alvídrez, Alonso López, Mariana Reynoso y Armando Quiroz, recorrían foros sonorenses a la par que trovadores nacionales e internacionales visitaban Hermosillo.
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Ya casi en la segunda década de este siglo, con las actualizaciones en la sonoridad trovera detonadas por las propias transformaciones sociales, los cambios en la industria discográfica y el auge de las redes digitales, exponentes mucho menos influenciados por la canción cubana y latinoamericana, y más bien hijos de la hibridez propia de la época, llegaron a los escenarios hermosillenses. Cantautores y cantautoras como Nico Maleón (Nogales), Javier Cinco, Saúl Fimbres, Gaspior Madrigal, Carmina Robles, La Muna (Colombia-Estados Unidos) y Dámaris Bojor, entre otros, ya sin usar la clasificación genérica de trova, pero con una evidente intención de una canción propositiva e independiente, se escuchan actualmente en festivales, conciertos y foros de la ciudad. Al mismo tiempo, comparten escenarios con intérpretes de trova como David Mendoza, Pancho Jaime y el cantautor Jorge Trewartha.

El panorama aquí planteado muy brevemente nos hace preguntarnos, entre otras inquietudes, qué sigue. A principios de siglo, a nivel nacional inició cierto auge de un tipo de trova con rasgos similares a los de la balada romántica pop, que facilitó el acceso de más público para sus practicantes. ¿Será que, ante la explosión actual de la canción regional y los corridos tumbados, así como ante la sed de aceptación pública del trovador moderno, la próxima canción independiente de Sonora será una especie de trova regional? ¿Se estará gestando una trova tumbada?
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