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Puebla17 de marzo de 2025
Análisismiércoles, 22 de enero de 2025

Entre emergencias y controversias, México el gran invitado

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Imputado, vinculado y hasta condenado por delitos en su país, dió su primer discurso Donald John Trump, tras asumir por segunda vez el cargo de presidente, el cual ha suscitado un amplio espectro de interpretaciones, destacándose la retórica, los mensajes implícitos y directos que lanzó.

Con un 55% de aprobación, el 10% superior a su mandato anterior y casi 20 puntos de como sale Biden, Trump llega a la presidencia con una imagen que asoma rostros de Mr.X, Google, Amazon y Meta; entremezcladas en su dinastia de por sí polémica, un contexto que, sin duda, refuerza su poder y ambiciones futuras.

Entre las líneas más impactantes de su discurso, Trump anunció que “declara emergencia nacional en la frontera sur” y considerará “organizaciones terroristas a los carteles”. Esta medida indica una intensificación de la política de seguridad y migración, que podría tener efectos inmediatos en la relación entre Estados Unidos y México. La retórica de emergencia señala un enfoque agresivo que puede desatar nuevas tensiones diplomáticas y sociales, especialmente en el contexto de un aumento de controles fronterizos y dispositivos de seguridad. Donald ama México, ¿O por qué nos dedicó su discurso?, otra cosa es que le cueste aceptar una realidad y ver que su país está construido con y por migrantes.

Trump también mencionó su intención de “crear el departamento de eficiencia gubernamental” para fomentar “la libertad de expresión y libre información”, un tema que resuena especialmente en un momento donde la desinformación y las “fake news” son preocupaciones acuciantes. Sin embargo, su invocación a la libertad de expresión podría interpretarse como un intento de silenciar las críticas hacia su gobierno, dada su historia de confrontaciones con los medios y sus denuncias de noticias falsas.

Una declaración que no pasó desapercibida, es su afirmación de que “en Estados Unidos solamente hay dos géneros: hombre y mujer”. Este comentario no solo pone de relieve su postura sobre género, que puede alienar o entusiasmar a distintos sectores de la población, sino que también utiliza la noción de la “meritocracia” como un concepto central de su agenda. Si bien el meritísimo puede ser un principio positivo, su uso por parte de Trump sugiere una interpretación excluyente que podría beneficiar a ciertos grupos en detrimento de otros, exacerbando divisiones ya palpables en la sociedad estadounidense.

Su discurso incluyó sugerencias de redoblar el control sobre el Golfo, al insinuar cambiar su nombre a “golfo de América”, punto que generó en más de uno notable carcajada. Y qué decir de amenazar con retirar el control del Canal de Panamá, acusando al gobierno panameño de complacencia hacia China. Esta postura podría tener repercusiones no solo para el país centroamericano, sino también para la geopolítica en la región, exacerbando conflictos de intereses en un contexto global ya tenso; y que implícitamente refiere la importancia del proyecto Maya del Istmo de Tehuantepec.

En el plano energético, Trump anunció que abordará de inmediato la “emergencia energética” con acciones ejecutivas. Esta adición a su agenda provocará sin duda una respuesta tanto a nivel interno como internacional, ya que podría implicar un impulso para la explotación de recursos naturales a expensas del medio ambiente. Esto es particularmente relevante para México, que comparte una frontera con EE.UU. y podría verse afectado por políticas que ignoren los acuerdos ambientales existentes.

La narrativa triunfalista, acompañada de bendiciones religiosas y el canto de un soprano, enmarca a Trump como un líder fuerte, decidido a devolver a EE.UU. a una posición de supremacía en el planeta (“make America great again”) e incluso en el espacio, aspirando a establecer una colonia en Marte, que claramente aplaudió Musk. Este tipo de discurso puede construir una imagen de aventura y acción de la que muchos estadounidenses se sienten inspirados. Sin embargo, también plantea preguntas serias sobre la priorización de los intereses domésticos y el bienestar de los ciudadanos frente a ambiciones interplanetarias.

En conclusión, el discurso inaugural de Trump es una amalgama de promesas ambiciosas y provocaciones que no solo buscan movilizar a sus seguidores, sino que también crean una atmósfera de confrontación con naciones vecinas y con grupos internos. A medida que avancen las semanas, será fundamental observar cómo estas iniciativas impactan las relaciones diplomáticas, en particular con México, y si efectivamente hay un cambio palpable en la política migratoria y energética de la administración. La euforia inicial podría transformarse en desafíos significativos, tanto a nivel interno como en la arena internacional, y es aquí donde radica el verdadero impacto de sus palabras. Por que al parecer del de la pluma, estos años nos irá mejor, si nos enfocamos a lo nuestro.

@serdan_mx

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