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Guadalajara30 de marzo de 2025
Análisislunes, 24 de marzo de 2025

¿Asombro?

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Teuchitlán, Jalisco es un pequeño municipio de aproximadamente 10,000 habitantes. Los recientes sucesos dados a conocer en los medios masivos de comunicación, narran el horror, el dolor, la impotencia y el sufrimiento que un colectivo de madres buscadoras provoco en el mundo entero, al encontrar indicios de que en el rancho Izaguirre, centro de operación y adiestramiento del CJNG, habrían ocurrido barbaries y atrocidades delictivas, sanguinarias e inhumanas.

 La posibilidad de que en dicho punto se realizarán rituales, peleas a muerte, vejaciones a la libertad y a la vida, entrenamiento paramilitar, delitos contra la salud y crímenes cuyo rastro se visibilizó a raíz del valiente hallazgo y de la presión social derivada de la búsqueda de los familiares de las víctimas desaparecidas, abrió una serie de deliberaciones que pone en jaque al estado mexicano, a los gobiernos federal, estatal y municipales en turno de las últimas 2 décadas, e incluso a la inteligencia militar, a las fuerzas armadas, a las corporaciones policiacas de todos los órdenes de gobierno.

Pareciera que estos hechos hubieran acontecido en un lugar perdido del mundo, inaccesible, lejano a toda la comunicación, escondido de la sociedad. Lo indignante es que no. El rancho Izaguirre no es un lugar desconocido ni lo ha sido desde nunca. Además de la totalidad de las autoridades civiles, militares y policiacas que deberían de haber sabido de la existencia y también deberían de haber llevado registro, bitácora e investigación de las actividades que ahí acontecían, sin duda alguna, los habitantes de la localidad por mínimo sospechaban que ocurrían actos ilícitos en ese lugar. Los rumores, las conversaciones, los dichos de los vecinos, eran conocidos y de dominio público, no sólo en el municipio sino en la región.

Decir que hubo asombro, que fue sorpresa, que no esperaban que ahí estuvieran ocurriendo delitos y actividades que transgreden a la ley, es algo verdaderamente indignante, increíble, descarado y desvergonzado. En este país los secretos a voces llevan sabiduría, verdad y revelaciones, que solamente quien lo intente puede ignorar o hacer que le pasen inadvertidos. Los hechos revelados cruzaron los océanos y se conocieron en todo el mundo. La comparación del horror que en Teuchitlán han narrado ha sido comparado con el de los campos de concentración en los que durante la segunda guerra mundial sometieron al pueblo judío.

El repentino interés de gobierno, autoridades, políticos, medios de comunicación y sociedad han mostrado ahora por Teuchitlán, es indignante. Pero lo peor es que ese rancho del horror no es un caso aislado. Existen sin duda muchos, muchos más no solo en Jalisco, sino prácticamente en todo México. La cantidad es indeterminada a ciencia cierta pero seguramente, al igual que el rancho Izaguirre, existen centenas de fincas, predios y lugares señalados e investigados (o no) por nuestras diligentes autoridades.

El silencio de la población, las denuncias no realizadas y las que, aunque si se presentaron, fueron derivadas al fondo de un cajón y sentenciadas al silencio y a la inacción gubernamental, es verdaderamente más aterrador que la inmensa pena que sentimos por las desapariciones, las violaciones, el tráfico de personas y de órganos, el sometimiento y las muertes que el crimen provoca a nuestra sociedad. La corrupta participación, el silencio obligado y la inacción inexplicable de los mandos políticos, militares y policiacos, expresan que la guerra se está perdiendo y que la atribución del estado de utilizar la fuerza para garantizar la seguridad de los ciudadanos, esta desperdiciada voluntaria o involuntariamente, por los gobiernos que han estado. Los gobiernos en funciones de ahora, tienen la palabra. ¿Asombro? Ya no se los concederemos.

www.youtube.com/c/carlosanguianoz

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