La familia Luna Hernández mantiene viva la tradición del nacimiento navideño por más de 70 años

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Javier Cruz

Una de las tradiciones mexicanas que aún continúan en Navidad es la colocación de un nacimiento para venerar al Niño Dios antes de su llegada. La familia Luna Hernández cuenta ya con 70 años de instalar en su casa un nacimiento cada año, tradición que comenzaron los señores Guerrero Luna y la señora Aurora Hernández. Actualmente, sus hijos, nietos y bisnietos se encargan de ponerlo, y el nacimiento cuenta con más de 100 piezas.

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En la casa de la familia Luna Hernández se ha convertido en toda una tradición la colocación del nacimiento año con año. Este hogar se encuentra en la calle Bartolomé de Medina número 25 de la colonia Fátima, donde esta tradición significa unión familiar, símbolo de paz y esperanza en esta temporada decembrina.

Luz María Luna, una de las hijas del matrimonio Luna Hernández, señaló que su madre, la señora Aurora, colocaba el nacimiento del Niño Dios incluso antes de casarse. Recuerda con cariño cómo su madre les inculcó esta bella tradición. En aquellos años, su mamá tenía un Niño Dios pequeño de porcelana, “muy hermoso, de ojos azules y pestañas grandes, además de mejillas chapeteadas”. Desafortunadamente, se quebró debido a un accidente.

Las hijas de doña Aurora recuerdan que este Niño Dios fue traído de Francia como un regalo de la esposa del ingeniero Marcos de Fauler, extranjeros que trabajaron en la mina durante los años cincuenta. Para la familia, la colocación del nacimiento es un legado muy hermoso que les dejaron sus padres.

Actualmente, en la casa viven seis hermanos de los diez que fueron: Luz María, María Magdalena, Susana, Roberto, Alicia y Jesús Manuel Luna Hernández. Todos se organizan para colocar cada una de las 100 piezas que integran el nacimiento. Cada año lo diseñan de manera diferente: a veces alargado, otras veces en dos o tres pisos. Este año lo pusieron en dos plantas.

En la planta alta se colocó el misterio, compuesto por la Virgen María, San José, el Niño Dios en el pesebre, la vaca, el buey y el ángel. En la planta baja se integraron los Reyes Magos, pastores, animales de granja y elementos decorativos como norias, puentes, lagos, plantas y piedras. Al final, se encuentra el diablo, que simboliza el pecado, la desesperanza y lo mundano.

La familia Luna Hernández, con más de 70 años de mantener esta tradición, participa en conjunto: hijos, nietos y bisnietos. Para el nacimiento se utilizan luces de colores, un portal de madera, papel roca para simular piedras, musgo, heno y plantas para dar un aspecto natural.

Cada año se agregan dos o tres figuras nuevas al nacimiento. Este año, las figuras de la Virgen, San José, el ángel y el Niño Dios fueron estrenadas, junto con una viejita, un señor ordeñando una cabra, casitas, pastores y ovejas. La familia considera importante fomentar tradiciones mexicanas como esta, para preservar un legado cultural durante las festividades decembrinas.

Es de señalar que los nacimientos tienen su origen hace 800 años, en 1223, creados por San Francisco de Asís como una forma de recordar el nacimiento de Cristo. El primer nacimiento no fue con figuras, sino en vivo, con animales y un pesebre, replicando lo descrito en el evangelio. En México, los nacimientos son una tradición popular, pero también se practican en muchos países del mundo.

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Esta tradición no solo celebra el nacimiento de Cristo, sino que fomenta la convivencia familiar. Es tradición que el 25 de diciembre, a las 12 de la noche, se coloque el Niño Dios en el pesebre, simbolizando el nacimiento del Salvador. Esa noche, el Niño es arrullado, pasa por los brazos de todos los presentes y bendice a la familia antes de colocarlo en el pesebre dentro de la choza.