En 2016, varias comunidades serranas de Puebla supieron que las autoridades impulsaban el proyecto Coyolapa-Atzalan, que amenazaba con privatizar el agua y despojarlos de sus tierras. Aun con poblaciones divididas, lograron frenar la hidroeléctrica, pero sufrieron amenazas, ataques y la desaparición de uno de sus compañeros de lucha