El Espectador / Silicon Valley se queda muy atrás de este campus de Huawei en China
DONGGUAN, China. A simple vista, parece una anomalía en el paisaje chino. El Campus Ox Horn de Huawei no es un parque tecnológico común. En lugar de torres de vidrio y acero y concreto, Ox Horn reproduce con precisión los detalles de ciudades como Granada, Oxford y Luxemburgo. Las calles empedradas, los puentes sobre lagos artificiales y las fachadas neoclásicas no son un capricho estético, sino una declaración de principios: Huawei no juega bajo las reglas de Silicon Valley, crea las suyas propias.
La planificación arquitectónica evoca la elegancia de la Europa del siglo XIX, con plazas abiertas, estatuas, faroles ornamentales y edificios que albergan centros de investigación de última generación.
Es un reflejo de la ambición china de construir su propio ecosistema de innovación, un mensaje de autoconfianza envuelto en arquitectura europea. Ubicado en la ciudad de Dongguan, este complejo de más de 25 mil empleados es un microcosmos que encapsula el futuro que la empresa visualiza: una simbiosis perfecta entre tecnología, diseño y control.
Uno de los espacios más emblemáticos del campus es su biblioteca, una estructura imponente inspirada en la Biblioteca Nacional de Francia. Sus altos techos abovedados y estanterías de madera tallada albergan una colección diversa de textos técnicos, literatura global y documentos de referencia en telecomunicaciones.
Aquí, ingenieros y desarrolladores encuentran no sólo un refugio de conocimiento, sino un espacio diseñado para la contemplación y la innovación.
Los empleados se desplazan en trenes eléctricos que recorren el campus, un sistema interno que no solo agiliza el transporte sino que refuerza la idea de autonomía tecnológica. Aquí, el diseño no es solo apariencia; es parte de un ecosistema autosuficiente donde la compañía desarrolla las tecnologías que definirán la infraestructura digital del siglo XXI.
Ox Horn es también un símbolo del cerco tecnológico que ha enfrentado Huawei en los últimos años. Mientras Occidente impone sanciones y restricciones, la empresa refuerza su capacidad de innovación interna. En este campus se gesta la próxima generación de hardware, software y telecomunicaciones, de inteligencia artificial, electromovilidad, alejándose progresivamente de la dependencia de proveedores estadounidenses y europeos.
Un alto ejecutivo de Huawei nos dice que la primera llegada de Donald Trump a la presidencia sí los sorprendió con ataques importantes. Pero ahora, están muy preparados para combatir de frente con su tecnología en cualquier escenario. Descarta que el nuevo mandatario pueda dañarlos.
El presidente de Huawei, Liang Hua, declaró hace unos días que los ingresos anuales de la empresa tecnológica superaron los 860 mil millones de yuanes (118 mil millones de dólares) el año pasado, un crecimiento de 22 por ciento frente al 2023, mientras continuaba superando el impacto de las sanciones de EU y su negocio de consumo volvía a crecer.
En Ox Horn, esta fortaleza se respira en cada rincón: es la manifestación tangible de una empresa que, lejos de doblegarse ante las barreras externas, ha transformado los desafíos en una plataforma para su reinvención y expansión tecnológica.
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