Las relaciones México-EU y la seguridad humana
Por Gustavo Adolfo Ramírez Paredes
Las relaciones entre nuestros dos países, siendo intensas y profundamente asimétricas han tenido quizás, como principal característica, una interdependencia multidimensional. Es decir, lo que pasa en un país tiene un impacto en el otro. Este fenómeno no sólo se expresa en la sólida integración comercial, sino en un complejo conjunto de temas que deben ser gestionados bajo una responsabilidad compartida. Entre ellos está la migración, el crimen organizado y, como se abordará más tarde, el tema sanitario, por citar sólo algunos.
No obstante lo anterior, en muchos aspectos de la agenda bilateral México-Estados Unidos ha privado la doctrina de seguridad nacional de la potencia global, en la cual ha sido central el factor militar, sobre todo después del ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001. Como se ha visto, frente a los temas de frontera y migración, por ejemplo, ese enfoque no ha solucionado los desafíos, por lo que es necesario complementarlo con el de la seguridad humana.
Este paradigma, que tiene como objetivo llamar la atención sobre la necesidad de dirigir las acciones de los gobiernos hacia las personas, garantizándoles una serie de libertades y dejando en claro la responsabilidad de protegerlas ante una serie de amenazas, además de generar las condiciones para su pleno desarrollo, es acorde con la crítica al estatocentrismo de las relaciones internacionales.
El debate ha sido retomado por la emergencia de la pandemia del Covid-19, uno de los fenómenos globales más disruptivos en lo que va del siglo XXI. Así, se puso en cuestionamiento las posturas nacionalistas para enfrentar la crisis sanitaria, así como el cierre de fronteras acorde con la idea de la Conferencia de Westfalia de 1648, que preconizaba el control soberano de las mismas por parte del Estado. Además, se comprobó que nadie estaba seguro hasta que todos lo estuviéramos y se reiteró la importancia de la cooperación internacional.
La crisis sanitaria, iniciada en marzo de 2020, golpeó a todo el planeta, sobresaliendo México y Estados Unidos entre los países con mayor número de contagiados y muertos, además de una ineficaz gestión por parte de sus respectivos gobiernos. Aunque la frontera común fue cerrada por 20 meses y sólo se permitió el paso hacia el vecino del norte a los trabajos esenciales, con llegada de Joseph Biden al poder se reactivó la cooperación bilateral, destacadamente con la donación de más de 15 millones de vacunas a nuestro país y una exitosa campaña de inoculación a obreros mexicanos de las maquiladoras, lográndose la aplicación de más de 25 mil vacunas Johnson & Johnson de una sola dosis.
Aquí es donde resalta la importancia del paradigma de la seguridad humana que estuvo detrás de esa iniciativa. Considerando que hay antecedentes de cooperación sanitaria, como en la crisis de la influenza en 2009, el programa de vacunación que se comenta subrayó la importancia de la geopolítica de la cooperación transfronteriza con la participación de actores locales, gobiernos subnacionales, cámaras empresariales y Universidades, todo ello conducido por una inteligente diplomacia consular, con el reconocimiento de que no fue originalmente una iniciativa de los gobiernos centrales sino una de carácter regional.
Ante los excedentes de vacunas contra la pandemia en el estado de California, el cónsul mexicano en San Diego, Carlos González Gutiérrez, logró que se aprobara su uso en los trabajadores de las maquiladoras. Para ello, la Universidad de California en San Diego las suministró en la zona de San Ysidro-El Chaparral, adyacente a la frontera con México, con la autorización del Departamento de Defensa de internar a los beneficiados sin contar con una visa. Del lado mexicano, las cámaras empresariales organizaron el envío de autobuses y pagaron las vacunas. La experiencia se replicó a lo largo de la frontera común.
A futuro, el enfoque de seguridad humana deberá profundizarse no sólo frente a la posibilidad de rebrotes del Covid-19 u otras pandemias, sino en temas como la migración, ya que el factor humano es central en el éxito de la integración comercial en el marco del T-MEC y la salud económica de nuestros dos países. Lo es también porque, cada vez más, permitirá la complementariedad demográfica.
[Candidato a Dr. en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Relaciones Internacionales, FCPyS-UNAM]
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