Curanderos... / El dolor de un proyecto trunco
Los sueños tienen una vigencia, esa frase que dicta “mientras haya vida, hay esperanza” no aplica para algunas situaciones, puedes tener vida pero ya no las mismas capacidades, por ejemplo una persona de 90 años que soñó en su juventud con subir el Everest, se dará cuenta que desaprovecho el momento o no tuvo los recursos, en ocasiones se genera una parálisis por análisis, donde nos detenemos de ejecutar una acción por el exceso de pensar cómo lo vamos a realizar hasta llegar al punto que no iniciamos mas que la planeación, no pudimos aterrizar adecuadamente una meta y se quedó en el olvido por un tiempo.
Cuando nos percatamos que ese plan lo íbamos a descansar una semana pero ya pasó más de un año, intentamos retomarlo pero con la misma perspectiva y terminamos en el mismo resultado, sin iniciar en forma o medio llevando a la acción aquel proyecto, sin embargo podemos buscar usar una fórmula distinta con una planeación diferente, esto aplica para cualquier proyecto, no importa el tamaño, incluso yo recomiendo soñar en grande y planear en pequeño, dividirlo en hábitos diarios y objetivos menores, esas pequeñas acciones que harán un gran proyecto, pero deben hacerse algo rutinario, no hagamos caso a ese consejo que dice que en 21 días tienes un hábito, porque te puede llevar el mismo tiempo perderlo, pero una pauta es que esa nueva rutina no esté en choque con tus obligaciones diarias, es decir que no se empalme pero tampoco entorpezca, por ejemplo si me pongo la meta de levantarme diario a las 4 de la mañana quizá esté somnoliento en el trabajo.
El no completar un proyecto es común que genere frustración o dolor, incluso hay estudios que han detectado mayor incomodidad en no llevar a cabo un proyecto que en fracasar al realizarlo, ya que el fracaso conlleva un aprendizaje la mayoría de las ocasiones y eso nos motiva a intentarlo nuevamente, pero el no comenzar, nos puede aplazar permanentemente un el emprendimiento.
Cuántas personas no guardan un instrumento musical que no aprendieron a tocar adecuadamente, ese idioma que comenzaron a aprender, una idea de negocio que no comenzaron o incluso un plan familiar que no se llevó a cabo como unas vacaciones a un lugar que ya no conocerán, esos proyectos truncos cada vez que los recordamos pueden generar dolor por medio del sentimiento de frustración que nos provoca no haber iniciado u obtenido el resultado esperado.
Así que el presente es el momento más importante de nuestras vidas, donde podemos retomar esos proyectos si los consideramos viables o planear un nuevo proyecto acorde a nuestra actualidad, siempre comenzar es emocionante y esa emoción nos genera un sentimiento contrario al fracaso, una sensación de placer que podemos generar cada vez que intentemos o pongamos en marcha un plan, así que Dios mediante lo podamos hacer de manera rutinaria para buscar tener esa plenitud y quizá los resultados positivos del proyecto en sí mismo, nos dé una plenitud que podamos recordar por el resto de nuestra existencia, esos recuerdos bonitos que al traer al presente nos generan una sonrisa.