Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers
“Cuando empecé, no era por problemas”, alcanza a contar Juan antes de sumergirse en los efectos de la droga: su cuerpo comienza a realizar un movimiento oscilatorio lento, mientras que sentado en una silla, el rostro cae lentamente hacia el frente y la columna a doblarse hasta encorvarse.
“No es que haya aumentado la mortalidad: ha aumentado el consumo”, acotó Adrián Medina Amarillas, secretario de Salud de Baja California.
“No es una muestra significativa del total de Baja California, son gente en condiciones de calle o por muertes violentas y llegan a Semefo. Debemos hacer una encuesta no sólo de preguntas, sino de evaluar y mediar las cantidades si hay fentanilo en las personas en los centros de rehabilitación”, reconoció.
“No negamos el riesgo de que se incrementen las muertes por fentanilo… las muertes por sobredosis no es un problema de salud, como en Estados Unidos, en la medida que se incremente el fentanilo adulterado eso puede llegar a suceder, pero tenemos naloxona en urgencias de los hospitales públicos de Baja California para que se les revierta, y las estadísticas tienen validez porque se hizo en personas potencialmente en uso de drogas, no puede ser una población más significativas que los recluidos en rehabilitación”, puntualizó Medina Amarillas.
“En Baja California las muertes por sobredosis no se registran como tal. No se busca la causa, no se ve el tema del consumo del fentanilo como un problema de salud pública. En Estados Unidos llevan más de 10 años como un tema de alerta de salud pública. Los familiares deberían tener acceso a la naloxona”, subrayó Lourdes Angulo.
“Dos gramos de fentanilo hacen el efecto de un gramo de cocaína. Son confundidas: (las personas) consumen fentanilo pensando que se trata de cocaína. El riesgo de salud se incrementa y es probable que (el adicto) muera con esas cantidades”, explicó.
“No somos un laboratorio. Se atienden patologías. Vamos bien”, respondió.
“La adicción me impide dejarlo”
“El Fentanilo es una adicción muy fuerte, si no consumo me empiezo a sentir mal, vomito, sudo mucho, me da desesperación y muchas ansias. Sí me gustaría dejarlo, pero me lo impide la adicción al fentanilo, aunque a mí me gustaría dejarlo”, expresó.
“Me dio todo para arriba, se me bajó todo lo pedo, empecé a hacer movimientos muy rápidos, me aceleró el corazón y a doler poquito la cabeza, no pude dormir”, recordó de aquella experiencia.
“Con el Fentanilo empiezas a sudar, te cambia el sistema, me quita la sed, me pone tranquilo y relajado”, comentó.
“Les digo a las personas que no lo prueben, es algo bien malo, si lo puedes dejar a tiempo, que lo dejen, por todo lo que pasa con la familia, te empiezan a ver diferente, las personas te ven diferente, te tiran indirectas, un chingo de indirectas, me dicen pinche morrillo vale ver…, cosas así”, compartió de su experiencia.
“Su cuerpo no soportó, él no consumía nada de eso y falleció”, recordó de un hecho registrado hace cuatro años.
“Siempre luchó con la adicción, pero su cuerpo le ganaba y consumía, hasta que su cuerpo ya no reaccionó, desde los 12 años consumía, era muy pequeño, era parte de la familia, el aquí convive, aquí comía, era amigo de mis hijos”, recordó Sara.
Desde los niveles escolares de secundaria, preparatoria y universidades, detectan el consumo de vapeadores y cigarros electrónicos, confirmó el director del instituto dela juventud en Baja California, José Francisco Molina