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Análisissábado, 18 de enero de 2025

Sin verificación informativa, rienda suelta a la desinformación

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Esta semana, Meta, la corporación dueña de las redes sociales Facebook, Instagram, WhatsApp y Threads, anunció que su sistema de verificación de información será reemplazado por un sistema similar al que Elon Musk ha implementado en la red X, basado en los comentarios, advertencias y observaciones que los propios usuarios hagan sobre los contenidos.

Meta ha argumentado que esta decisión se funda tanto en sus principios fundamentales de no convertirse en “árbitro de la verdad”, como en el hecho de que, con el tiempo, el sistema de verificación ha sido demasiado intrusivo con contenidos que forman parte de la libre expresión de usuarios. El director de asuntos globales de META, Joel Kaplan, dijo en relación con este sistema que, “un programa cuya intención era informar, con mucha frecuencia se convirtió en una herramienta de censura”.

La noticia del fin de la verificación ha sido muy criticada por parte de agencias de verificación, académicos, medios de comunicación y organizaciones sociales orientadas a combatir la información falsa en redes y plataformas digitales. Se debe recordar, que la verificación de Meta comenzó a operar 2016, en parte como respuesta al ambiente de desinformación y falsedades instigadas desde la campaña presidencial del entonces candidato Donald Trump y sus simpatizantes. El sistema funcionaba a partir del contenido que marcaban (flag) los usuarios, el cual se enviaba a diferentes organizaciones de verificadores independientes de Meta para su revisión. Las agencias verificadoras que todavía hoy trabajan con Metaen más de 115 países reciben un pago proporcional al número de verificaciones que realizan en sus redes, pero firman compromisos de confidencialidad, transparencia y de estricta imparcialidad y, al contrario de lo que se puede desprender de lo dicho por Kaplan, carecen de la facultad de remover o censurar contenido. La decisión final sobre el contenido es de Meta. Por si fuera poco, como señala un experto en una publicación del Nieman Lab de Harvard, “una gran parte de los contenidos que los verificadores han revisado no es discurso político, sino el spam de baja calidad que Meta ha mercantilizado”. Justo al contrario de lo que se infiere del comunicado de Meta y de lo dicho por sus directivos.

La decisión de Meta tendrá efectos primero en Estados Unidos. Y no es casual que inicie en nuestro vecino del norte, pues me parece que, con ello, la corporación que dirige Mark Zuckerberg busca ahora congraciarse con el inminente presidente Trump y alinearse con la visión de varios críticos republicanos y de la Nueva Derecha, para quienes las redes sociales han limitado la visibilidad, o abiertamente censurado, las opiniones y la “información” de sus bases y seguidores. Baste recordar que, como resultado de los disturbios que terminaron con la toma del Capitolio en enero 6 de 2021, Meta, YouTube y Twitter tomaron entonces la decisión de suspender muchas de las cuentas y “posteos” que promovían la idea del fraude electoral contra Trump –incluyendo las del propio Trump. Sin embargo, en parte por la enorme presión de grupos conservadores y demandas por obstruir y censurar la libertad de expresión, pero sobre todo en parte por el inminente regreso de Trump a la Casa Blanca y el enorme poder que concentra el pequeño grupo de empresarios libertarios encabezados por Elon Musk, muchas plataformas y redes se han estado realineando con una visión contraria a toda forma de verificación auspiciada desde las propias plataformas y redes.

Es esperable que, ante esta decisión, haya también un incremento en la información falsa –tanto la no mal intencionada, como la desinformación expresa—en las redes de Meta, que ya de por sí ocupan el tercer (Facebook) y cuarto (Instagram) lugares entre las más difíciles de “discernir contenido verdadero del falso”, de acuerdo con el Reporte de Noticias Digitales de Reuters de 2024.

Por desgracia, también podemos esperar que la decisión de Meta se extienda muy rápido a países que, como México, carecen de una regulación adecuada en materia digital. Y que tengamos una mayor cantidad no sólo de contenidos falsos, sino también de contenido tóxico y potencialmente dañino. En México, de acuerdo con cifras del Módulo sobre Ciber Acoso (MOCIBA) del INEGI, en 2023 las plataformas y redes de Meta ocuparon cuatro de los primeros cinco lugares en donde la población de 12 años y más experimentó situaciones de acoso (1. Facebook, 41.8%; 2. WhatsApp, 37.8%; 4. Messenger, 19.4%; 5. Instagram, 11.6%).

Esta tendencia de las grandes corporaciones tecnológicas de reducir sus responsabilidades de moderación con el fin de alinearse con los tiempos políticos puede resultar muy dañina en términos de la convivencia social, el diálogo y el entendimiento en una época de por sí marcada por la polarización, sobre todo porque terminan por legitimar erróneamente la idea de que cualquier intento de verificación es contrario a la libertad de expresión.

Doctor en Comunicación

Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad de quien las emite y no de esta casa editorial. Aquí se respeta la libertad de expresión

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