Hacia una cultura de paz | ¿Quiénes son los pobres?
No entendía a cabalidad a qué se refería la pobreza extrema, hasta que pude observarla de cerca tanto en México, como en otras partes del mundo. Frecuentemente la relacionamos a la falta de efectivo, pero el concepto es tan profundo, que muchas personas no lo alcanzan a dimensionar. Aunado a los ingresos, el acceso que se tenga a servicios básicos es fundamental. La Coneval indica que la pobreza extrema es cuando existan tres o más carencias dentro del índice de privación como rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud, a seguridad social, a espacios de vivienda con servicios básicos, y acceso a una alimentación nutritiva, entonces las variables se complejizan haciendo de la pobreza, un fenómeno multidimensional.
Recuerdo al realizar investigación de campo en la India, ver constantemente a personas defecar a un lado de las calles, porque más de la mitad de los hogares de ese país no tienen acceso a servicios de saneamiento. Al caer la noche, las aceras se atiborran con grupos de personas durmiendo espalda con espalda para calentarse. Por la mañana, millares de individuos que sí tienen “casa”, recogen excremento de las vacas que deambulan libremente por la ciudad para enjarrar sus chozas deterioradas de escasos 3x3 metros. La salud de quienes llevan años en situación de calle se fractura fácilmente, acortando drásticamente su expectativa de vida. El olor que emanan las calles es a heces, camello, vaca, rata, putrefacción por las bacterias que se acumulan en la piel de las personas por falta de aseo y, a muerte. El gobierno ha sido incapaz de cubrir los servicios básicos, por lo que empresas privadas han entrado al negocio y satisfacer algunas de ellas.
La pregunta de este lado del mundo es: ¿Cómo le va a la gente pobre en México?, sus viviendas, sobre todo en el sur del país, tienen estructura de palos y varas, paredes de lámina, lonas y cobijas, y pisos rústicos de tierra. Los baños son letrinas sin agua, cocinan con leña sobre piedras y deben caminar bastante para acarrear agua en botes desde un pozo. Esta realidad se extiende por toda América Latina, sobre todo países como Honduras, Guatemala, Nicaragua, Colombia, entre muchos otros.
El mundo entero se caracteriza por estar en caos. La guerra de Israel contra Hamas cumple un mes con un legado, hasta hoy, de más de 10,000 muertos. La guerra de Rusia en Ucrania continúa con cientos de miles de difuntos y heridos y la guerra contra el narco en México, ha posicionado a la administración de AMLO como la más violenta y mortífera en varias décadas. Estas guerras son terribles, pero hay una más peligrosa y mortífera que cualquier conflicto armado y es la pobreza, producto de una violencia estructural que sostiene un mundo injusto con desigual distribución de la riqueza y oportunidades.
Ahora con el terrible huracán Otis, que prácticamente destruyó a Acapulco. Más del 65% de su población vive en pobreza entonces, si Guerrero era pobre, ahora es paupérrimo, porque si la gente tenía poco, ahora se quedó sin nada. Si no los mató el huracán, sin duda lo hará la pobreza y la falta de servicios básicos para sobrevivir. Los aromas de la pobreza hieden por todo su territorio. Ante la insuficiencia de los esfuerzos del gobierno federal y estatal para ayudar a la gente damnificada, no me sorprendería que como en la India, sean empresas privadas las que salgan al rescate y hagan negocio para satisfacer las necesidades básicas de la gente, sólo porque el Estado no pudo. Llueve sobre mojado y ese estado se cayó al precipicio de la miseria, mucho porque ya era pobre. Se debe determinar con rapidez qué es lo que se debe cambiar y dónde se deben priorizar las políticas públicas sociales para construir otra realidad.