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Análisismartes, 10 de diciembre de 2024

Pre-Textos del Caimán / Ida Pfeiffer: Una pionera de la exploración en un mundo de hombres

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“Y tú, querido lector, ruego disculpes mi amor por la aventura […], que a ojos de muchos no concuerda con lo que se espera de mi sexo”.

En 1842 decidió dejarlo todo para recorrer el mundo. Viajó entre la nieve, el desierto, las selvas. Conoció a políticos, reyes, ladrones, caníbales y sobrevivió a todo eso. Nunca dejó de viajar hasta su muerte.

Laura Reyer nació en Viena el 14 de octubre de 1797. A los cinco años, emprendió su primer viaje, visitando Palestina y Egipto. Su padre basaba la educación de sus hijos en el valor, la fuerza, la independencia y la libertad. Mujer talentosa, leía diarios de viaje, soñaba con conocer países lejanos. Sin embargo, todo cambió al fallecer su padre en 1806. Su madre intentó empujarla a lo que ella consideraba pasatiempos más apropiados para una mujer, tales como clases de piano y de punto, deseaba convertirla en una dama de la época.

A los 22 años, para poder huir de su madre, se casó contra su voluntad con el Dr. Mark Anton Pfeiffer, un abogado viudo, 24 años mayor que ella. Pfeiffer tuvo dos hijos. Su marido no podía encontrar trabajo, por lo que ella se dedicó a enseñar música y dibujo, pero su familia vivía en la pobreza. En 1837 muere su madre y la herencia que le deja le permite terminar de criar a sus hijos. Una vez que sus hijos tuvieron trabajo, se embarcó en sus viajes por el mundo a la edad de 45 años. Durante una visita a Italia, Ida conoce por primera vez el mar. Aquello despertó en ella un ansia por conocer el mundo que la rodeaba.

“Viajar, dormir, enamorarse, son tres modos de irse a lugares que no siempre entiendes”.

El 22 de marzo de 1842, Pfeiffer abandonó Viena y viajó por el río Danubio hasta Estambul. Continuó hasta Jerusalén, haciendo escala en Galípoli, Esmirna, Rodas, Chipre, Beirut, Cesarea y Jaffa. Cuando regresó a Beirut el 10 de julio, zarpó hacia Egipto, visitando Alejandría, El Cairo y el mar Rojo. Pfeiffer publicó “El viaje de una vienesa a Tierra Santa”, con lo que pudo financiar su siguiente viaje.

En abril de 1845 viajó a Copenhague y llegó hasta la costa suroccidental de Islandia. Después, a caballo, llegó a Reikiavik.

Tras su regreso a Dinamarca, tomó un pequeño barco de vapor hacia el norte, hasta Suecia. Regresó a Viena el 4 de octubre y al año siguiente publicó su diario de viaje titulado “Viaje al norte de Escandinavia y a la isla de Islandia”.

Pfeiffer solía viajar con lo puesto. A diferencia de otros viajeros viajaba con lo necesario y se alojaba lo mismo en casas, hostales, posadas, conventos o donde le hicieran un hueco. Recorría largas distancias a caballo o en camello, viajaba con poco equipaje y comía lo justo y necesario, lo que le permitió tener un estrecho contacto con las costumbres de cada pueblo así como poder publicar sus diarios.

Lo más impresionante es que esos diarios acabarían por convertirse en el motor principal que le permitió financiar todos sus viajes.

En 1846, Pfeiffer visitó Chile, Brasil y otros países de Sudamérica, así como Tahití, China, India, Persia, Asia Menor y Grecia. El 23 de abril de 1848, Pfeiffer viajó a Bagdad, ahí pudo recorrer los sitios arqueológicos de Babilonia, Borsippa y Nínive. Dos años después, en agosto, partió hacia Najicheván, en la frontera con Armenia, y luego se dirigió a Tbilisi, la capital de Georgia. Después cruzó el Mar Negro hacia el imperio ruso. Poco tiempo después regresó a Viena y publicó “Un viaje de mujer alrededor del mundo”, edición que constó de tres volúmenes.

“Dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos”.

En 1851 partió hacia Berlín y, desde Hamburgo, zarpó hacia Londres. Poco después, el 27 de mayo, partió hacia Sudáfrica y luego atravesó el océano Índico hasta el archipiélago malayo. Allí vivió durante 18 meses, recorrió las islas de Sonda, donde visitó a los dayaks de Borneo.

Luego, Pfeiffer navegó por el Pacífico hacia América del Norte el 6 de julio de 1853. Llegó a la costa oeste de los Estados Unidos y visitó Sacramento, Marysville, Crescent City, Santa Clara y San José antes de dirigirse hacia América Central.

“En mi caso, no viajo para ir a un lugar en particular, sino por ir. Viajo por el placer de viajar”.

Después de tener estancias en Nueva Granada y Perú, regresó a Ecuador. El 31 de mayo de 1854, se embarcó en un barco de vapor con destino a Nueva Orleans, donde permaneció durante tres semanas para luego recorrer la región de los Grandes Lagos. Pfeiffer regresó a Viena a fines de julio de 1855 y terminó de escribir “Mi segundo viaje alrededor del mundo”, publicado en Viena en 1856.

El último viaje de Pfeiffer fue a Madagascar en mayo de 1857. Su primer destino fue Sudáfrica, en donde conoció a un francés que estaba involucrado en un complot para derrocar a la reina de Madagascar. Sin saberlo, se convirtió en parte de la conspiración y fue expulsada de Madagascar luego que la reina descubriera el intento de golpe de Estado.

Durante su trayecto hacia el puerto costero de partida, desafortunadamente contrajo una enfermedad (se presume que fue malaria) de la que ya no pudo recuperarse por completo.

Ida Pfeiffer murió el 27 de octubre de 1858 en Viena a los 63 años. En 1861 se publicó un libro de viajes que describía el último: “Viaje a Madagascar), editado en dos volúmenes, la obra incluía una biografía escrita por su hijo Oscar Pfeiffer.

Justo antes de su muerte, Pfeiffer había sido elegida miembro honorario de las sociedades geográficas de Berlín y París. En total, Pfeiffer viajó aproximadamente 32 000 km por tierra y 240 000 km por mar.

Pfeiffer visitó decenas de países, dio la vuelta al mundo en dos ocasiones, conoció a reyes, se enfrentó a ladrones y asesinos, convivió entre caníbales y fue la precursora de todas las mujeres que vendrían después de ella.

Intrépida aventurera, viajera incansable y naturalista de campo, fue un ejemplo de libertad e independencia. Con una enorme fuerza de voluntad y arrojo, puedo llegar a lugares donde otros europeos jamás se habían atrevido a pisar.

“El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página”.

ernesto.jimher@gmail.com

X: @OsirisJimenez

Instagram y Facebook: ernestojimenezhernandez

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