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Análisismartes, 17 de diciembre de 2024

Geoeconomía: entre mapas y ciberespacio

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Por Belén Elizabeth Licona Romero

La geoeconomía, entendida como la interacción entre economía y geopolítica, refleja una transformación, donde el comercio tradicional y el ciberespacio se entrelazan como nunca.

Las tensiones globales han desafiado la estabilidad de las rutas tradicionales del comercio. El estrecho de Ormuz, el Mar de China Meridional y el Canal de Panamá se han convertido en puntos estratégicos. La militarización de estas áreas, como en el caso de la disputa por Taiwán o las intervenciones en el Golfo Pérsico, amenazan la estabilidad regional y, además alteran los costos y la seguridad de las cadenas de suministro globales.

En respuesta, las potencias han comenzado a diversificar sus rutas y buscar alternativas. El Ártico, con sus nuevas posibilidades de navegación debido al deshielo, y los corredores terrestres impulsados por la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, emergen como opciones viables. Sin embargo, estas iniciativas no están exentas de controversias, ya que implican disputas sobre soberanía, impactos ambientales y dinámicas de poder global.

Mientras las rutas físicas son disputadas, el ciberespacio se consolida como el nuevo campo de batalla geoeconómico. Los datos son ahora esenciales para el comercio y la economía global, y los países buscan asegurar su soberanía digital. Esto a través de las infraestructuras de comunicación, como las redes 5G, así como la regulación de flujos de datos transfronterizos.

La competencia entre Estados Unidos y China ha escalado hacia una guerra tecnológica que afecta también a sus socios comerciales. Las restricciones a exportaciones de semiconductores, los ciberataques, ente otros, se han convertido en instrumentos de influencia geoeconómica.

Europa, por su parte, ha adoptado un enfoque regulatorio que prioriza la privacidad y la seguridad, estableciendo el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) como un modelo global. Este enfoque contrasta con los sistemas más permisivos en Asia y América, creando fragmentaciones en la gobernanza digital y elevando los costos para las empresas multinacionales.

La interacción entre el comercio físico y los datos digitales está redefiniendo el poder global. Las cadenas de suministro dependen cada vez más de tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT) y la inteligencia artificial, lo que hace que cualquier interrupción en las infraestructuras digitales tenga consecuencias inmediatas en el comercio internacional.

Además, la regionalización de la economía global, impulsada por bloques como el RCEP o el T-MEC, refuerzan esta interdependencia. Los países compiten por asegurar rutas físicas y por establecer hubs tecnológicos que les permitan liderar en innovación y conectividad.

La geoeconomía en la actualidad está marcada por la convergencia de lo físico y lo digital. El control de rutas comerciales y la soberanía sobre los datos son ahora los pilares del poder económico global. En este contexto, las naciones deben desarrollar estrategias integrales que aborden los desafíos del comercio tradicional y también garanticen su competitividad digital.

Doctorante en Seguridad Internacional por la Universidad Anáhuac y Maestra en Relaciones Internacionales y Derecho Internacional por University of Aberdeen en Reino Unido.

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